miércoles, 26 de septiembre de 2012

Aún siento ese fuego…


Todavía creo que podría escribir una excelente crónica como la que publique hace muchos años en la revista “Vision Urbana”. Aún estoy convencido que haría un buen reportaje sobre los niños del cerro “El Toro” en Huamachuco. Me cuesta reconocer que ese toque mágico para realizar entrevistas reveladoras me haya abandonado, Beto Ortiz alguna vez me felicito por ello.  No puedo aceptar  que ese fuego llamado periodismo haya desaparecido de mis entrañas.

No hago periodismo hace 5 años, pero naci para ser periodista de diario. Fui formado y concebido así desde la Universidad. Hecho para sentir la adrenalina cuando yo y nadie más, conseguía la “Pepa”. Me trajeron al mundo para  que el director siempre me diera la razón cuando discutía con el editor por alguna comisión que no quería hacer. Estaba destinado a convertir un cierre de edición, en una pequeña fiesta donde las madrugadas y unas cervezas serian los mejores cómplices de un periódico fresquito con olor a tinta.

Cada vez que leo a alguno de mis amigos periodistas, me reclamo a mi mismo porque no estoy junto a ellos ejerciendo el oficio de contar historias para el olvido, de ser quien se enfrente a la página en blanco cuando regresa a la sala de redacción cargado de hechos y anécdotas para una portada, una abridora o  simplemente algo para cerrar la sección.

Sin lugar a dudas me hubiera divertido muchísimo con los egos periodísticos. Conozco a muchas grandes promesas del periodismo actual, ha algunas realidades periodísticas ya concluidas y ha pocas plumas que merecen reconocimiento nacional e internacional. Esto, solo referido al medio de mi hermoso Trujillo, porque allí fue donde ese fuego llamado periodismo me atrapo en un instante para luego desaparecer casi por completo.

El periodismo llego y me hizo el amor cuando tenia 25 años, fue un coitus interruptus que duro 6 meses, pero que mi propia realidad término por derrumbar. Como si fuese un tatuaje de satisfacción impregnado en mi vida que se iba diluyendo por culpa de la necesidad y las responsabilidades.

Hoy me dedico al desarrollo, las ONGs y la responsabilidad social empresarial ahora son mis temas, pero aún siento que ese fuego  quema cada día mis silencios, mis nostalgias y locuras.